miércoles, 17 de junio de 2015

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mis versos. Seguro que mi corazón
está tranquilo.
Comienzo a escuchar música y mi
sangre comienza a revolucionarse.
Mis pensamientos recorren en términos
de segundos toda mi vida, mis recuerdos.
Y de ese recorrido, dejo que comience
a soñar el alma, que guarda lo mejor de mi.
El alma, es como el baúl donde guardo
todo lo que me hizo alguna vez feliz.
Porque todo aquello que me causó
dolor, trato de no recordarlo.
Entonces comienzo a escribir una
historia de amor y en ese instante,
tu nombre, como las notas de esa música
que endulza mis oídos, surge de mis
pensamientos más bellos, que
celosamente guardo en mi alma.
Me dejo llevar de esos dulces momentos
que vivi a tu lado y por arte de magia, mis
versos fluyen en un sinfín de añoranzas,
por ese tiempo que pasé contigo.
Es tan sencillo escribir cosas bellas, cuando
tu nombre se clava en mi mente y se instala
en mi corazón, que todo lo que me rodea,
desaparece y el único que me acompaña
y endulza mi sentir, eres tú, amor lejano,
amor imposible, amor, tal vez en otra vida.
Si los milagros existen, en otra vida,
prometo esperarte y así entregarte mi
corazón,  que siempre vivió enamorado
de tí, soñando eternamente con tu amor.

domingo, 12 de abril de 2015

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Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo, 
y el niño que hay en mí renace en mi sueño, 
aspira de nuevo el olor de los muebles de roble, 
y mira lleno de miedo hacia la ventana, 
pues sabe que ninguna estrella resucita.

Esa noche oí caer las nueces desde el nogal, 
escuché los consejos del reloj de péndulo, 
supe que el viento vuelca una copa del cielo, 
que las sombras se extienden 
aunque vivan en la calle son personas,
no les des la espalda

y la tierra las bebe sin amarlas, 
pero el árbol de mi sueño sólo daba hojas verdes
que maduraban en la mañana con el canto del gallo.

Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo, 
pero sé que no hay mañanas y no hay cantos de gallos, 
abro los ojos, para no ver reseco el árbol de mis sueños, 
y bajo él, la muerte que me tiende la mano.

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